Realmente, a día de hoy, la gran mayoría de calzado destinado al running que nos encontramos en el mercado es apropiado para correr. Aún así, a veces se nos complica encontrar unas zapatillas que se adapten a nuestras necesidades y además podemos confundirnos a la hora de entender algunos términos relacionados con sus capacidades.
A continuación intentaremos esclarecer todos aquellos aspectos necesarios para que tu elección sea apropiada y consigas unas buenas compañeras de kilómetros.
DROP
Es la diferencia de altura, expresada en mm, entre la parte trasera y la delantera de la zapatilla. A más drop, menor carga sobre los tejidos de la parte posterior, como son: tendón de aquiles, gemelos y sóleo. Podría ser interesante llevar drops altos (+10mm) en casos de tendinopatia aquilea y obligatorio para la deformidad de Haglund (alteración ósea en calcáneo).
En el resto de los casos, en mi opinión, cuando antes nos acostumbremos a correr con drops bajos mucho mejor, obligando a trabajar a las estructuras que trabajan de muelle natural y nos impulsan en la carrera, eso sí, si toda la vida hemos corrido con drops altos deberemos hacer el cambio progresivamente, de lo contrario el tendón de Aquiles o los gemelos no tardarán en quejarse.
¿PRONADORA, SUPINADORA O NEUTRA?
No existe ningún artículo que justifique el uso de llevar zapatilla con refuerzo para evitar un exceso de pronación (recordemos que la pronación es necesaria para la carrera), más difícil lo tendré si me considero supinador ya que el mercado para ello es muy limitado.
Realmente nuestra zapatilla siempre debería ser neutra. Si después de una valoración con un profesional sanitario se considera un mayor riesgo de lesión por desequilibrio en la pisada, se debería tratar con ejercicios específicos para corregirlo y/o prescribir soportes plantares personalizados a través de un podólogo.
Será importante que nuestra pisada sea estable y que la zapatilla no se deforme ni incline hacia los lados.
AMORTIGUACIÓN
Más allá de si somos afines a una filosofía maximalista (+ amortiguación) o minimalista (- amortiguación), esta debería ser más bien dura para poner a prueba el sistema propio de amortiguación del cuerpo (aumentar cadencia, impacto bajo el centro de gravedad, evitar el ataque directo sobre el talón, suavidad de impacto...).
Los materiales blandos favorecen la sobrecarga de la musculatura y la inestabilidad pudiendo facilitar los esguinces de tobillo.
FLEXIBILIDAD
Sin duda debemos elegir las zapatillas con la mayor flexibilidad posible para que el pie puede trabajar sin barreras y no caigamos como una loza de cemento sobre el suelo.
VAMP o PARTE DELANTERA
Debe ser ancha para dejar que los dedos se abran durante la pisada. Son más aconsejables las formas redondeadas (mantienen la forma natural de los dedos) frente a las acabadas en punta, para nada aconsejadas para pies con hallux valgus (juanetes) y con dedos en garra.
La parte delantera deberá tener suficiente espacio libre si no queremos quedarnos sin uñas en nuestro primer kilometraje largo.
PESO
Ligereza ante todo. A menor peso menor gasto energético y mayor facilidad para una buena técnica de carrera. La calidad actual de los tejidos de los fabricantes permite una buena amortiguación y resistencia con pesos por debajo de los 300gr.
COMODIDAD
Por muy adecuadas que nos parezcan unas zapatillas ante todo deben ser cómodas y agradables para nuestro pie o de lo contrario nuestra pisada se verá perjudicada.