Ningún alimento o grupo de alimentos es imprescindible en nuestra dieta excepto uno: la leche materna o artificial durante los primeros meses de vida. Partiendo de esta base, es el momento de criticar como algunos alimentos han sido demonizados con el tiempo (véase el huevo y su temido colesterol o los frutos secos y su cantidad de calorías) mientras que otros se han publicitado excesivamente otorgándoles la etiqueta de esenciales para la salud. Este último es el caso de los lácteos y el calcio.

No es descabellado pensar que el consumo de calcio mejora nuestra salud ósea. Es lo que siempre se nos ha dicho. Sin embargo, la ciencia actual no acompaña estas hipótesis y ya destaca otros elementos implicados, como la cantidad de vitamina D que consumimos, nuestro grado de estrés o si realizamos o no ejercicios de fuerza.

Conociendo ya estos datos, el consumo de lácteos como fuente de calcio parece no estar justificado, y más si tenemos en cuenta la multitud de alimentos que contienen calcio aparte de la leche y sus derivados. Incluir un puñado de almendras al día, 2 raciones a la semana de pescado azul de pequeño tamaño o vegetales de hoja verde en tus comidas puede ser más provechoso que dos vasos de leche diarios.

El consumo de lácteos debería ser opcional, atendiendo a razones de palatabilidad, intolerancias o gustos. Si optamos por no consumirlos, hemos de tener en cuenta que la mayoría de bebidas vegetales existentes en el mercado actual distan mucho de la calidad nutricional de la leche de vaca, por lo que podrías estar limitando la calidad de tu alimentación. Es de vital importancia leer el etiquetado y consultar con un profesional que te asesore en este aspecto.

En el mundo del deporte, el consumo de lácteos viene derivado de otro gran nutriente de interés, la proteína. Los ya archiconocidos batidos de proteína de suero (whey protein) tienen su base en el lactosuero de la leche, una proteína de gran valor biológico que puede ayudar a recuperarnos muscularmente después de una actividad exigente. Si optamos por eliminar los lácteos, opciones como la proteína de soja, de garbanzo o de guisante pueden ser también útiles para recuperarnos muscularmente.

• Jordi Costa Gómez

  Dietista – Nutricionista

  Nº col. CAT1149

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