Se sabe que los dos hechos demostrados que más contribuyen al desarrollo de fatiga durante el ejercicio físico son la disminución de los hidratos de carbono almacenados en forma de glucógeno en el organismo y la aparición de deshidratación por la pérdida por el sudor de agua y electrolitos. Quien quiere optimizar su rendimiento deportivo necesita estar bien nutrido e hidratado.
La deshidratación progresiva durante el ejercicio es frecuente puesto que muchos deportistas no ingieren suficientes fluidos para reponer las pérdidas producidas. Esto no sólo va a provocar una disminución del rendimiento físico, sino que además aumenta el riesgo de lesiones, y puede poner en juego la salud e incluso la vida del deportista. Por este motivo es muy importante elaborar una estrategia capaz de mantener un nivel de líquido corporal óptimo mientras se hace ejercicio (tanto en los entrenamientos como en la competición).
El mecanismo más importante en el que perdemos líquido durante el ejercicio físico es la sudoración. Con el sudor eliminamos agua y diversos electrolitos, siendo el sodio el que se elimina en mayor concentración. Por tanto, añadir sodio a nuestra bebida de reposición proporciona beneficios fisiológicos. Una concentración de sodio entre 460-1150 mg/L (muy importante revisar las etiquetas) estimula la llegada máxima de agua y carbohidratos al intestino delgado y ayuda a mantener el volumen de líquido.
Una vez finalizada la actividad física, hemos de tener en cuenta algunas premisas en relación a la reposición de sales: